Falta de peso
Algunas personas son más delgadas que el promedio durante toda su vida y, no obstante, gozan de perfecta salud. Sin embargo, en algunas personas la falta de peso se relaciona con problemas de salud. Esto sucede, especialmente, cuando se ha perdido peso de manera involuntaria y súbita. Entre las causas de la pérdida involuntaria de peso están malabsorción, parásitos intestinales, algunos tipos de cáncer, enfermedades del colon (como enfermedad de Crohn), colitis ulcerosa, diverticulitis, o enfermedades crónicas como diabetes, diarrea crónica o hipertiroidismo. La cirugía, el estrés o el trauma que producen acontecimientos como la muerte de un ser querido también contribuyen a la pérdida súbita de peso.
La pérdida de peso también puede deberse a la quimioterapia y a la radioterapia para el cáncer, entre cuyos efectos secundarios están náuseas, vómito e inapetencia. Una persona que evidentemente está baja de peso, pero que insiste en que está gorda, posiblemente sufre de un trastorno de la alimentación. Los pacientes de AIDS suelen sufrir del llamado "wasting syndrome", o síndrome de pérdida de peso. Este síndrome hace que, a medida que la enfermedad avanza, esas personas se vean cada vez más demacradas.
La falta de peso produce deficiencias nutricionales que deterioran aún más la salud y complican la recuperación. La mala nutrición afecta especialmente a dos grupos de edad: las personas muy jóvenes y las personas muy mayores. La malnutrición en la infancia, especialmente en los primeros arios de vida, puede producir efectos permanentes porque afecta al crecimiento y al desarrollo normales. Los niños tienen menos reservas nutricionales en su organismo de las cuales echar mano cuando la ingesta o la absorción de los nutrientes son inadecuadas. En el extremo opuesto está la gente de edad avanzada, que pierde interés en la comida a medida que envejece, una condición que se agrava cuando los recursos económicos son reducidos, pues la persona tiende a omitir comidas. En consecuencia, la gente de edad avanzada tiene un riesgo muy alto de sufrir de malnutrición.
Las sugerencias que brindamos en esta sección van dirigidas a la gente de edad avanzada que necesita rehabilitación nutricional. Las dosis son para adultos. Sin embargo, también pueden beneficiar a quienes tienen requerimientos nutricionales más altos de lo normal, como las personas que tienen hepatitis, las que están en tratamiento para el cáncer, las que se están recuperando de quemaduras o de traumas, y las mujeres que están embarazadas o lactando. Si nota que su niño pequeño se ve malnutrido o deja de aumentar de peso a medida que crece, vaya a hablar con su médico.
Hierbas
- Las siguientes hierbas son útiles para estimular el apetito: alfalfa, blessed thistle, caraway, cayenne (capsicum), apio, dill, fennel, hyssop y lady's mantle.
- El astragalus protege el sistema inmunológico, ayuda a la digestión y combate la fatiga.
- El fenugreek y el ginseng se han utilizado desde hace mucho tiempo para estimular el apetito y ayudar a la digestión, especialmente en las personas mayores.
Advertencia: No utilice ginseng si su presión arterial es alta.
Recomendaciones
- Si cree que ha perdido peso y, especialmente, si ha sido de manera involuntaria, hágase practicar un examen médico completo para determinar si la causa es alguna enfermedad. Es posible que tenga alguna enfermedad que requiera tratamiento. Preocúpese si un niño pequeño repentinamente deja de ganar peso, como es normal para su edad.
- Haga una dieta diaria que incluya por lo menos 300 gramos de carbohidratos complejos, 100 gramos de proteína y entre 2.500 y 3.000 calorías. Incluya en su dieta vegetales ricos en almidón, como papa y fríjol, además de granos, pavo, pollo, pescado, huevo, aguacate, aceite de oliva, aceite de safflower, raw cheese, nueces y semillas. Consuma solamente pan, pasta, crackers y cereales calientes y fríos de grano entero. Para los infantes es provechoso el banano triturado.
- Consuma sopas preparadas con leche de soya y no con leche de vaca. La leche de soya se utiliza igual que la leche de vaca. Las sopas a base de leche tienen más proteínas y calorías que los caldos.
- Tome tés de hierbas, jugos de frutas y vegetales y agua mineral.
- Haga comidas pequeñas pero frecuentes (incluidos los snacks), y coma despacio. Si usted sufre de malnutrición, podría perder el apetito si se encuentra con un gran plato de comida. Siempre es posible repetir si se queda con hambre.
- No consuma alimentos fritos ni junk food para obtener calorías adicionales. En cambio, consuma los siguientes snacks ricos en calorías entre comidas o antes de acostarse: raw cheese, pudín de soya y banano; sándwiches de pavo, pollo o atún con queso; nueces crudas, crackers de arroz con mantequilla de maní, yogur, batidos de yogur de fruta, carob soymilk, leche de almendra, buttermilk, custard, nueces y aguacate.
- Elimine de su dieta el café, el té y todo lo que contenga cafeína (por ejemplo, las bebidas gaseosas).
- En lo posible, haga ejercicio con regularidad pero con moderación. Caminar es una excelente opción. El ejercicio moderado ayuda a asimilar los nutrientes y aumenta el apetito. Evite el ejercicio demasiado vigoroso.
- Coma en un ambiente de tranquilidad. No trate de comer cuando esté preocupado o nervioso.
- Si usted fuma, deje ya ese hábito.
- Hágase exámenes para detectar alergias alimentarias. (Ver ALERGIAS en la Segunda Par'te'n). Evite todos los alimentos a los cuales crea que es alérgico.
- Hable con su médico sobre cualquier medicamento que esté tomando. A veces, las medicinas pueden quitar el apetito y contribuir a la pérdida de peso.
- Si los demás opinan que está muy delgado, pero usted insiste en que le gustaría perder más peso, busque ayuda profesional porque podría tratarse de un trastorno de la alimentación.
Aspectos para tener en cuenta
- La pérdida de peso inexplicable (y quizás indeseada) en los ancianos puede deberse a varias razones, entre las que están:
- Al envejecer, los alimentos pueden perder su atractivo porque disminuye nuestro sentido del gusto y el olor.
- Problemas dentales que afectan la masticación y las comidas.
- Las personas mayores que viven solas pueden sufrir depresión, paranoias y, muchas veces, sentirse solas. Todo lo anterior puede conducir a una pérdida de interés en la alimentación.
- Los medicamentos pueden quitar el apetito o cambiar el sentido del gusto en la gente.
- Las personas ancianas que viven con recursos escasos pueden no permitirse sus alimentos favoritos.
- Hay problemas de salud relacionados con el envejecimiento que afectan y/o retardan el apetito.
- Ei Al tratar de estimular el apetito, se debe tener en cuenta la apariencia y el olor de los alimentos, así como también el ambiente en el cual se encuentra la persona al comer.
- El color rojo estimula las papilas gustativas.